lunes, 7 de noviembre de 2016

“Limpia, fija y da esplendor”

Ministerio de Educación

     Instituto Fermín Naudeau

Asignatura:

Español

   Examen Trimestral (blog)

Profesor:

Miguel Acosta

Estudiante:

      Astrid Mendoza, Helen Peña y Cesar Garcia

Nivel:

9 A

Año Escolar:

2016





Biografía de Manuel José Pérez

Biografía de Manuel José Pérez

Nació el 13 de diciembre de 1837, en la ciudad de Panamá. Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, fue abogado de profesión y tuvo una destacada carrera judicial. Vivió largas temporadas en la población de Chepo, donde tenía valiosas propiedades, e hizo frecuentes viajes al Sur. (Varios hermanos suyos, entre ellos Ramón, reputado filólogo, se habían radicado en Guayaquil.) Murió siendo Vicepresidente del Tribunal Superior del Departamento de Panamá, el 28 de septiembre de 1895.
Según Rodrigo Miró: “Entre nuestros románticos, Pérez se revela como el de más ancha ambición. Hombre de preocupaciones varias, espiga en muchos campos. Teoriza sobre política y sobre filosofía moral, al par que hace literatura. Como poeta, a juzgar por la cronología de su obra, es un caso de expresión tardía. Por lo mismo -ocurre con los que llegan tarde-, una entusiasta. Musset, Lamartine, Byron son parte de sus cariños poéticos. Y Espronceda y Núñez de Arce lo influyen claramente. Escribe poemas de intención filosófica y fáciles adocenados versos de album, o bien composiciones delirantes, hijas de una fértil fantasía. Es poeta impulsivo -lo confiesa-, no dado a corregir. Sin embargo, se mantiene dentro de un decoroso nivel, y alcanza a ratos calidad.”
El Doctor Pérez tenía dotes especiales de orador; y varias veces se le oyó en la tribuna expresando con elocuencia sus brillantes opiniones. Era colaborador obligado de todos los periódicos de la capital, pues conocidos como eran su genio poético y aptitudes para el periodismo, su colaboración era solicitada por doquier.
Rodolfo Aguilera, nos cuenta en su obra, que cuando murió el Doctor Pérez, el sepelio fue suntuoso y popular. El pueblo siempre noble, generoso siempre, concurrió hasta el cementerio; no ha despedir quizás al adversario político; sino al escritor connotado y al amigo verdadero.


   Obras

Ensayos morales, políticos y literarios. Tipografía de M. R. de la Torre e Hijos, Panamá.
1888
El último delirio de Lord Byron. Poema en prosa.
1889
Las teorías. Imprenta y Encuadernación de Aquilino Aguirre, Panamá.
1890
Sin nombre. Imprenta Florentino Mora, Panamá.
1891

Poesías


A Miguel Grau, por
Manuel José Pérez

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Contra – Almirante de la Escuadra Peruana y
Comandante del "Huáscar".
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SONETO
Surcas el mar en busca de enemigos:
Cual David a Goliat, audaz provocas;
Patria y Honor en el conflicto invocas,
que del duelo inmortal son tus testigos.
Dios es el juez; por premio, la Victoria:
Del combate, las olas son la arena,
y en tu frente gentil, noble y serena
luce el fulgor de inmarcesible gloria.
Caballero y cristiano, tú al vencido
le tiendes, digno, generosa mano,
y lloras junto al muerto y al herido;
Que bajo el noble pabellón peruano,
otra patria reclámate al olvido,
pues del Perú eres hijo; y _ _ _colombiano.



Deseo Sin Nombre, por
Manuel José Pérez

Yo busco entre las sombras de la noche,
un algo, un no sé qué;
de la flor el aroma en casto broche
buscándolo aspiré.
He libado la miel de los panales
tan dulce y perfumada,
y en lagos de purísimos cristales
mi sed quedó saciada.
Y en la mañana, al descorrer la aurora
sus puertas de zafiro,
he buscado en su luz arrobadora,
aquello en que delirio.
Mas ni la sombra, ni la flor, ni el día,
satisfacen mi ardor;
ni la miel de panales mi agonía,
ni el llanto mi dolor.
Falta a mi ser un algo, un no sé qué,
vida a mi corazón;
sueño que vivo y sueño que soñé,
y el sueño es ilusión.
¿Dónde, cómo llenar este vacío,
que siento dentro en mí?
Cálmate, corazón, para el hastío,
¡ay! , la tumba está allí...




Fantasmagoría, por
Manuel José Pérez

(Inédita)
Vago ansioso por tu orilla
pintoresco “Mamoní”,
mirando el cristal de tu onda
y tu arena tan sutil.
Llego y trepo a la colina,
y distingo desde allí
cual tus aguas culebrean
pintoresco “Mamoní”.
Voy buscando en tus orillas
los amores que perdí,
y pregunto a la corriente
que murmura dulcemente
si mi Filis está allí;
Y los ecos me responden,
pintoresco “Mamoní”,
en tus ondas y torrentes,
y en la voz de tus corrientes:
“Ya tu Filis no está aquí”.




El Eco, por
Manuel José Pérez

Mis ojos con sus ojos se encontraron
y al suelo los bajamos todos dos,
nuestros labios acaso murmuraron
un voto, una plegaria, una oración.
Tímidas, nuestras manos se enlazaron,
mas, no miré su rostro encantador,
que a mis ojos las lágrimas velaron,
y romperse sentí mi corazón.
Y trémulos, sin voz permanecimos,
y el silencio tan sólo fue el que habló;
y así, un poema de amor nos repetimos,
desde el “te amo, mi bien”, hasta el “adiós”.
Y entonces nuestros ojos se encontraron,
y al imán de su aliento abrasador,
mis labios con sus labios se juntaron,
y a su seno, mi seno comprimido . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Del éxtasis aquel, cuando volvimos,
el silencio rompióse entre los dos;
“Nos amaremos siempre”, nos dijimos;
y un eco, “siempre, siempre”, repitió!
De su ser los efluvios me embriagaron,
mi mente en ilusiones se recreó;
el néctar que mis labios saborearon
en sus labios de miel, me enloqueció.
Delirios inefables que pasaron,
que envidiaran los ángeles de Dios;
promesas que los vientos se llevaron,
juramentos que el viento arrebató . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La vi después; sus ojos se inclinaron
como otra vez, al suelo, con rubor;
y mis labios entonces balbucearon
espantosa, tremenda maldición;
Nuestras manos entonces no enlazamos,
entonces su mirada no se alzó;
un “adiós” suspirando murmuramos,
y el eco repitió, “por siempre, adiós”.




Acróstico, por
Manuel José Pérez

[INÉDITA].

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A GERÓNIMO DE LA OSSA.
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Alma del alma mía, luz de mis ojos,
Numen divino, inspiración del bien,
Generosa criatura, a quien rendido
Estremécese y póstrase mi ser;
Luzca ya para mí una nueva aurora,
I al dulcísimo acento de tu voz,
Ciña mi mano con azahar tu frente

Ante el altar purísimo de Dios.